El amor son las películas.

No recuerdo una sola historia de amor que no finalice con su inicio o con la muerte. Es un tema que no deja de preocuparme, las mujeres basan su búsqueda del amor en príncipes, rebeldes e ídolos. Prueba de ello es que a su juicio los hombres mayores son más maduros, más interesantes, tienen más experiencia… mejor salario, sin embargo no quiero que se tome como un interés desnaturalizado, después de todo el dinero compra la libertad y contra la libertad no se compite. El problema yace en que como bien sabemos los hombres, nosotros nunca maduramos ni crecemos.

“El joven que no es comunista no tiene futuro y el viejo que no es conservador no tiene cabeza” decía Facundo Cabral en uno de sus recitales y creo que es una frase que cae en este texto como anillo al dedo como reza el adagio popular, ya que es normal que alguien que no tiene nada que perder se comporte de una manera poco segura, arriesgando, viviendo, experimentando. Tal es nuestra naturaleza como ser vivo y además inteligente, somos curiosos, tenemos dudas, las cuales suelen estar acompañadas de un impulso irracional a la tan breve y eterna búsqueda de la verdad que generalmente finaliza con la pérdida del vigor de la juventud (entiéndase como ese momento en que una botella y el trasnocho te de guayabo) Esto conlleva a darnos cuenta que algunos sueños sí tienen precio, curiosamente es el mismo que pagamos por poder pasar un domingo sin que nuestras madres nos levanten a cantaleta; la libertad.

El hombre, ha sido criado por historias, aprendemos del amor por las comedias románticas que decimos aborrecer pero amamos en secreto porque nos acerca a la complejidad femenina de una manera sutil y humorística. Allí vemos como el hombre ha deseado amar siempre a: 1 su mejor amiga, 2 la amiga de su mejor amiga, 3 una completa desconocida o 4 la mujer que siempre ha odiado, en este formato casi invariable el dicho sujeto debe pasar una serie de pruebas tras las cuales la mujer se percata de sus intenciones y finalmente nota que él es el hombre de su vida, momento en que un colorido FIN aparece en pantalla o en la literatura de aquellos que son más de los libros.

Por ende ambos géneros, embaucados en las promesas del amor eterno y pasional, llenos de sexo, citas divertidas, risas, sexo, idas a cine, sexo y bueno sí, más sexo termina por omitir la convivencia, por evadir los sentimientos, porque incluso en aquellas películas y novelas literarias (en unos casos más tristes las televisivas) jamás enfrentaron a estas personas a situaciones normales, como una salida a las 30 horas de Sandiego, una parranda de final de fútbol, una adicción insana a los video juegos, el tedio a los amigos o los lugares que otrora fueran los favoritos de alguno de los involucrados en la relación , no eso es impensable y además está fuera de toda discusión, pero es que en la ficción incluso la satisfacción de estos dos personajes se sacian cada uno de sus deseos egoístas y mundanos, o más frecuentemente ninguno los pese. 

Sin embargo nuestras posiciones siguen siendo egoístas al pasar años, solo que el tiempo como a todos nos cambia algunas percepciones e igualmente a las mujeres, ellas no solo quieren a alguien maravilloso en sus vidas, también y según sus gustos lo desean con barba, con brazos, con nalga, que lea, estudie, que sea romántico pero no empalagoso y bueno en fin, características variables según cada pretendida. Pero los hombres también deseamos tener una mujer que cumpla ciertos requisitos y aunque no lo crean van más allá del tamaño y tipo de busto o nalga, queremos una mujer que sea capaz de tolerar la pereza de no bañarse un domingo, que nos permita caminar en bóxer o en su defecto pantaloneta rascándonos la barriga, que le guste ver películas(de bala) o salir a un bar en lugar de a una discoteca y en definitiva una mujer que pueda tolerar una cocina sin lavar, una cama sin tender o una noche de fiesta con los amigos así sea una vez al mes.

Pero bueno, como reza otro adagio popular, maluco también es bueno y como finaliza un comercial argentino, las mujeres siguen siendo la mejor forma de complicarnos la vida, así que entreguen las armas, aceptemos que esto del amor es un juego sin reglas y reinados empecemos a hacer negociaciones de preferencia después del sexo, créanme, los hombres somos malos negociantes cuando creemos que ya hemos ganado, conviertan el sexo en una herramienta de mediación y no en el premio a la acción previa o como mejor lo expone Friedrich Nietzsche “En una relación perfecta, nadie lleva los pantalones pues siempre han de estar en el suelo.”

Comentarios

  1. Alasde:
    Este post fue genial, comparto 10% lo que escribes y destaco dos frases. "El problema yace en que como bien sabemos los hombres, nosotros nunca maduramos ni crecemos." y "En una relación perfecta, nadie lleva los pantalones pues siempre han de estar en el suelo.”


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  2. Gracias Alasde, un honor tenerlo por estos lados, me alegra que te gustara.

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  3. Simplemente genial... me parece muy acertada la manera en como argumentas tus ideas... además, eso de los pantalones y las discotecas estuvo de pelos!!! jajaja Un abrazo parcero

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  4. Gracias ole, hace rato no me animaba a escribir algo de periodismo literario y es grato volver a las letras.

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  5. Parce la rompiste, ESPECTACULAR, gracias por compartir tu manera tan acertada de ver las cosas. De lo mejor.

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