Amores y desamores.
Me enamoré de Nacional escuchando
sobre Higuita, lo que había logrado el equipo en el 89, ya que la edad me
impidió verlo o por lo menos recordarlo, ese amor me duró mucho tiempo. Jamás
me quitaba el saco de René ni los guayos, mi infancia la viví enamorado de un
equipo que jugaba a dominar el balón, que no renunciaba a su estilo de juego y
teniéndose fe jamás se apartaba de él y si caía era con la frente en alto.
Ese amor al igual que muchos
otros se marchitó, el pobre espectáculo y los técnicos e hinchas de resultados
me alejaron del fútbol, también sirvió que ante la propuesta de Jugar Pony mi
papá no otorgara el permiso, para él era más importante que estudiara a que
corriera. Siendo justos con el viejo, el talento no me hubiera alcanzado para
llegar a primera. Solo hasta el año 2004 Peláez y Sachi me hicieron volver a
creer e incluso disfrutar con una final que se perdió en penales con un equipo
capaz de igualar una serie haciendo 5
goles en casa, sacaba pecho porque así, así valía la pena perder. Desde ese
partido volví a seguir minuto a minuto el verde y blanco a sentir las derrotas
y las victorias y afrontar ambas deseando siempre un buen juego.
Agradecí a Galván Rey el
sacrificio con el que le ganaba el duelo a los años, corría como si uno no supiera que su cuerpo
no iba a responderle tan rápido como su mente, a Echeverry, Morales, Rojas,
Zuñiga, Marrugo, Perea y Aristi por las forma en como le pintaban la cara de
alegría a la pecosa y a Ospina por detener las amargas cuando Saldarriaga no
supo cómo detener su mala racha.
Escribo esto como un amante
desesperado, la presión del hincha por la victoria ha llevado a opacar la de
los enamorados, habrá quien me tilde de loco, pero yo prefiero perder y sentirme
orgulloso que ganar sacrificando el alma del equipo, la gracia esa elegancia
que me cautivó. No he vuelto al estadio, no creo que lo haga pronto, Nacional
siempre tendrá mi corazón pero mi atención debe ganársela, su espectáculo tiene
que volver a ser maravilloso, tiene que volverme a dejar sin aliento, te
perdono que pierdas pero no que te vendas, sin amor no hay anhelo y la pecosa
extraña como yo esas buenas épocas.
Por ahora no puedo verlo, no
quiero, cada partido siento que se subasta la identidad del equipo, se remata
la historia y nuestros corazones. Espero ansioso que vuelvas al coloso de la 74
cargado de flores, chocolates y caricias para esa novia regordeta y de nuevo
nos pinte una sonrisa en la cara, porque para mí lo importante no son los tres
puntos ni que hagan lo que el profe les dice, para mí lo importante es que
emocionen con los pases, me dejen sin aliento con las caricias que le propicien
al balón y que se note que ellos tienen tanto interés en esta relación como nosotros,
los hinchas que esperamos esa prueba de amor, ese pequeño gesto que nos vuelque
de nuevo a las gradas.
I'm still in love with you, después de taaaantos años...
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