Carta para mis 50 años
Toda mi vida ha estado cargada de malas decisiones, por eso he
sido afortunado, no es modestia ni baja autoestima, simplemente soy hasta donde
me permito creer un hombre sensato, mi capacidad de sentirme amargado debería
hacerme intolerable, y sin embargo siempre he encontrado a alguien.
En general, nada me gustan de cumplir años, cada año pesa,
lastima, hace llorar mis rodillas y atormenta mi espalda, viste de blanco mi
cabeza, como recordando la blancura que algún día me vestirá de pies a cabeza…
no es más que una tormenta.
Cada calendario que guardo, me recuerda que queda mucho por
delante, y que cuando llegue, no tendré nunca más 19, que estaré cansado y lo
único que aún se pone firme ya no podrá estarlo. Solo espero tener suficientes
libros para ese entonces, ojalá de pasta dura, para que me recuerden que la
silla de lectura estará caliente y la cama fría, muy fría… la fortaleza habrá
abandonado el último miembro, él único.
Sabré disfrutar más de los tragos, las caladas e incluso de los
calambres que me hagan soñar con volver a endurecer algo a voluntad. Seré más
consciente, sabré bien que la tinta debo degustarla, sin apuros.
Mirando hacia atrás, ¡vaya si he cometido estupideces!, me
encantaba alzarle la falda a la muerte, ahora los médicos me enseñan a
evitarla, me prohíben alimentos y me recomiendan ejercitarme para correr lejos
de ella. Afrontémoslo, ahora es muy tarde, me tiemblan las piernas cuando la
siento cerca, me atrae, siento como si pudiera eyacular de nuevo, demando su
tacto, quiero fundirme con ella, si pudiera tener un último deseo, sin duda
sería tirarme a la muerte, así estaríamos a mano.
Aún falta mucho, eso nos susurramos todos, aunque desconozcamos
con exactitud las arenas que le restan al reloj, aún falta mucho, aún no la
tengo presente, no pienso coquetearle de nuevo, no pienso guiñarle los ojos,
tendrás que esperar por mi, y nuestras citas furtivas, nuestros besos y
orgasmos silenciosos se limitarán a las bocanadas de humo que absorba, a todo
acto que hacia a ti me acerque, hasta que por fin te tenga desnuda sobre mi,
enfriándome, hasta ese entonces no pensaré jamás de nuevo en ti, por lo menos
hasta el próximo cumpleaños.
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