Usted tiene la culpa.

Vivimos en un país sin dolientes, un país de avaros y negligentes, un país hermoso, lleno de buenas intenciones pero pocas acciones, por eso Bolívar pensaba que cada colombiano era un país enemigo.

Usted se queja de la corrupción, pero para vender seguros, planes de televisión, telefonía o planes en cooperativas omite información para persuadir a su cliente. Sí, el país es corrupto porque usted lo es, si hasta cuando participa en concursos de redes sociales, le cuesta acatar las reglas y pelea y hace pataleta pese a saber que no tiene la razón. Todo porque cada colombiano quiere y cree ser la excepción a la regla.

Usted se queja cuando su equipo de fútbol llega a la final y la boletería se agota en mano de revendedores, pero no duda en participar en concursos para revender una boleta a un espectáculo del cuál no se siente cercano. Sí, el país es desigual por su egoísmo. A los promotores de cultura que cobran el derecho de piso de artistas, llámense bailarines, escritores, cuenteros, productores audiovisuales o usted empresario vivaracho que a sus practicantes o trabajadores decide tenerlos sin remuneración o a cambio de pauta ya que su espacio es una plataforma para su obra y nombre, sí, el país también es desigual por avaricia.

Sí, usted, el de la esquina que no se siente identificado con nada de lo que ha leído, el problema también es usted, su postura indolente, usted que no se conmueve con ninguna causa, sí, usted también es el problema. ¿No ha escuchado que para que los malos ganen solo es necesario que los buenos no hagan nada? Déjeme decírselo en palabras de un hombre sabio, Martin Niemoller:

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".

Usted, sí usted, el silencioso, el que entregó sus sueños, el que se acostumbró, entienda de una buena vez que nadie va a venir a salvarnos de nosotros mismos, si quiere un país mejor, empiece por cambiar el propio. Deje de infringir la ley porque todos lo hacen, tienda la mano a alguien, trate siempre de ayudar a las personas que lo rodean, deje percibir la crítica o la corrección como un enemigo entienda que cada error que pueda aceptar lo lleva más cerca de un mejor futuro.

Deje a un lado su ego, infrinja el estatus quo, reconozca el trabajo de los demás, salude, agradezca y sea justo, no se convierta en un engranaje más de lo que considera establecido y aceptado, finalmente es su vida, su país… su decisión.

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