Opinar, un trabajo de alto riesgo

Para convertirse en un periodista de opinión en Colombia no se requiere experiencia, ni hoja de vida, es más, ya ni siquiera se necesita tarjeta profesional; ahora lo único que se necesita es estar afiliado a una funeraria, las clausulas del contrato ofrecen un salario apenas digno, afiliación a un seguro médico, prestaciones sociales, vacaciones, amenazas, repudio social y en algunos casos la muerte.

Y aunque los peligros y las cifras no son alentadoras día a día son más jóvenes los que se embarcan en esta aventura llena de trampas y marañas que suele confundir a quienes empiezan a dar sus primero pasos en esta profesión, que con más sangre que sudor, intenta develar las verdades que los grupos armados ilegales y algunas élites como las denunciadas por la Senadora Piedad Córdoba intentan esconder.

La verdad, que tantas vidas ha cobrado, ahora no se respalda sólo en los medios nacionales, la proliferación de blogs, periódicos, emisoras y canales comunitarios empiezan a sumar bajas en las listas de desaparecidos, exiliados o periodistas asesinados en nuestro país.

Solo el semestre pasado el número de periodistas que reportaron amenazas contra sus vidas fue de 35 de los cuales a cinco sólo les quedo como escapatoria el exilio, al menos así lo indican las investigaciones y el último informe entregado a la sociedad latinoamericana de prensa en el congreso celebrado finalizando el mes marzo en la ciudad de Caracas, Venezuela.

Y si bien el número puede ser inferior al de años anteriores también sería bueno recordar que en Colombia en la última década el periodismo ha cobrado la vida de más de 130 de sus integrantes, entre ellos personajes tan importantes y con tanto poder político como Jaime Garzón.

Y es que aquí no hay tregua, ni seguridad democrática que valga, los medios que mas fueron atacados o ayudados a censurar, por aquellas personas que ven en la libertad de prensa una representación del aparato mecánico ,para presionar mas y mas a la comunidad ,fueron Vanguardia liberal, el meridiano de Córdoba y la tarde de Barrancabermeja.

Colombia en 2006 reportaba el segundo puesto en Latinoamérica de periodistas asesinados con seis bajas, precediendo a México con nueve pero como ya vimos solo en los pasados seis meses tenemos a 35 periodistas amenazados sin contar los desaparecidos o aquellas muertes en las que no pueden adjudicarse los móviles ni los autores intelectuales o físicos de su muerte.

Lo más alarmante quizás, es que Colombia figura como cuarto en la lista de los países con mayor nivel de impunidad en los homicidios contra nuestros periodistas, Joel Simón declaro en 2007 que cada vez que un crimen en contra de la libertad de prensa queda impune se envía una señal terrible tanto a la prensa como a aquellos que quisieran perjudicarlos.

Y es que estos índices de mortalidad no son aceptables dentro de las democracias, donde se supone se respeta y garantiza la libertad de expresión, pareciese entonces que el gobierno quisiera eliminar de manera sutil la pequeña voz de su conciencia, aquella que hoy acusa ante el mundo al congreso de ser bancadas ¨parapolíticas¨ o ¨farcpolíticas¨, aquella pequeña voz que le susurra al pueblo de los desfalcos y la falta de moral de sus dirigentes, que defraudan a sus dirigidos, a aquellos que les dieron el poder para que multiplicara sus voces y sólo multiplican nuestros problemas.

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