Y esa, esa, esa era la palabra.

La metáfora del juego entre vida y muerte, es la misma que realiza el periodismo deportivo valiéndose de la historia, la creatividad o la casualidad, para crear filosofías, estribillos y refranes que funcionan y crean en sus seguidores nuevos dialectos, propios de cada deporte, y así como en argentina el rugby se transformo en ragbi, en fútbol el balón se convirtió en pecosa y el periodismo deportivo se baño con un poco de poesía y prosa.

Y es gracias a esto que podemos oír frases como las siguientes:
Que si entra es gol, que va por encima del palo de mangos, que si eso hace con una pesa que hace con uno en la casa, pega más duro que un camión, que con determinación el jugador quebró las líneas y se echó el equipo al hombro sacando más garra que técnica, que un balón de 70 cm de circunferencia se convierta en un balde de agua fría cuando el quipo contrario la mandada a guardar entre los tres palos sobrepasando al cancerbero y a un público entero. Un atleta corre como el viento, un balón de básquetbol levita por el campo para terminar por incrustarse en la canasta mientras el equipo visitante sale a quemar las naves para vestirse de gloria fuera de su patio.

Estas frases, tan comunes durante partidos de fútbol, básquetbol, tenis, rugby o carreras de atletismo, algunas toscas, otras un tanto inherentes pero todas, absolutamente todas, pasionales y desbordantes sólo buscan materializar el talento de quienes practican y disfrutan las disciplinas deportivas.

Y aunque es posible que un narrador de fútbol emita dichas frases omitiendo su significado, haciéndolo sólo porque las ha escuchado repetir y repetir a sus colegas, no por ello desconoceremos que el deporte le brinda la oportunidad al periodismo de hacer héroes donde sólo hay hombres y de forjar ídolos de barro, plata y hasta oro, donde sólo hay carne. Por ello es preciso que se utilicen dichos estribillos, paralelos y lo que sea necesario para que dichas realizaciones personales sucedan, para que un pesista sea fuerte como un toro, un atleta de zancadas como un avestruz, un gimnasta se mueva con la gracia de los flamencos o simplemente un jugador de fútbol sea un dios en la cancha.

Y es que si el mensaje se entiende estamos bien, parece la excusa de un estudiante mediocre que corta con un: ¡pero usted me entendió! Cuando no ha sabido expresarse, ese 1"(...) No hay malos usos cuando una colectividad los adopta simultáneamente y le sirven para una comunicación perfecta".

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Prof. Jesús Castañón Rodríguez, http://www.elcastellano.org/duq.html

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